Fachada del Convento
Te presentamos esta visita virtual para que descubras algunos de los numerosos detalles de la fachada de la Iglesia del Convento de San Esteban, así como los principales elementos artísticos y estructurales. Sólo tienes que hacer click en las zonas que aparecen resaltadas en la imagen o pinchar en los botones inferiores para ver una descripción de la zona elegida y varias imágenes ampliadas.
Como es lógico, la predicación es la misión principal de los frailes de la Orden de Predicadores, también llamados dominicos. Por ello, éstos predican de las formas más variadas desde que fueron fundados por santo Domingo de Guzmán a comienzos del siglo XIII. Lo hacen sobre todo con la palabra y la escritura, pero también por medio del arte. Y un buen ejemplo de ello es la fachada de la iglesia de San Esteban, que desde hace cuatro siglos anuncia bellamente el Evangelio a todos aquellos que la contemplan.
En el centro se destaca el martirio de san Esteban, titular de la iglesia, obra de Juan Antonio Ceroni, de principios del s. XVII; esta representación es como el núcleo central alrededor del cual convergen, sirviéndole de cortejo triunfal, estatuas de santos y beatos, en su mayoría de la Orden dominicana.
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La parte superior de la fachada, más renacentista, separada de la inferior por unos finísimos relieves, se centra en torno a un Calvario debido a la mano de Ceroni. Nos encontramos ante una obra maestra en la que se combinan sin fricciones estridentes de estilo los arcos renacentistas, los doseles flamígeros del gótico, con los grutescos y medallones característicos del mejor renacimiento español.
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Planta baja
Te presentamos esta visita virtual para que descubras las estancias de la planta baja del Convento de San Esteban, así como los principales elementos artísticos y estructurales. Sólo tienes que hacer click en las zonas que aparecen resaltadas en el plano o pinchar en los botones inferiores para ver una descripción de la zona elegida y varias imágenes ampliadas.
Santo Domingo fundó la Orden de Predicadores para que sus frailes salieran de los conventos a predicar el Evangelio por el mundo. Esto sigue siendo así. Por ello es muy difícil encontrar a todos los frailes en el convento, pues generalmente hay varios predicando en otros lugares.
Pero también los dominicos se preocuparon desde muy pronto de que sus propias iglesias conventuales fueran lugares especialmente diseñados para predicar a las multitudes. Un claro ejemplo es la iglesia de San Esteban.
Como pasa en general con las iglesias de los conventos de la Orden de Predicadores, está especialmente pensada para que la gente pueda ver y oír bien al predicador, por ello tiene una sola nave, sin columnas que interrumpan la visión y entorpezcan el sonido, y está muy bien iluminada gracias a sus amplios ventanales.
También es muy importante la belleza, pues sabemos que ésta nos ayuda a amar a Dios. Cuando se entra en la iglesia de San Esteban, uno se siente embargado por su hermosura, y ésta, de forma inconsciente, nos lleva a contemplar y amar a nuestro Dios, de quien dimana toda hermosura.
Y asimismo es fundamental que las iglesias de los dominicos sean espaciosas, para que un gran número de personas puedan escuchar sus predicaciones y celebrar la Eucaristía. Todo ello conduce a que la iglesia de San Esteban sea un recinto monumental. Siguiendo la forma de cruz latina, sus dimensiones son de 84 metros de largo por 14,50 de ancho, 27 de alto en la nave y 44 en el cimborrio. Por ello es considerada la iglesia conventual –no parroquial– más grande de Europa.
Desde el crucero hasta los pies, la nave es de estilo gótico tardío, con arcos apuntados, pilares de baquetones y bóveda de crucería complicada.
En cambio, el crucero, cimborrio y presbiterio son de estilo renacentista.
El mecenas de la iglesia fue el cardenal Fray Juan Álvarez de Toledo, hijo de los segundos duques de Alba. La obra la comenzó Juan de Álava en 1524; luego pasó a Fray Martin de Santiago a quien sucedió Rodrigo Gil de Hontañón. En 1610 se inauguró con gran solemnidad.
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Cuando, antes del Concilio Vaticano II (1962-1965), los sacerdotes no podían concelebrar la Eucaristía, las capillas laterales permitían a los numerosos frailes de San Esteban celebrar diariamente la Eucaristía con facilidad. Pero las capillas laterales son ante todo un ámbito en el que los fieles encuentran un lugar especial para hacer oración.
La ornamentación de las otras capillas laterales está sin terminar. En la que está dedicada a san Jacinto de Polonia, hacia la mitad del lado derecho, hay un sepulcro renacentista con una estatua yacente, que representa a López Fernández de Paz.
Junto a esta hay otra capilla que fue decorada por Antonio de Villamor, a principios del s. XVII, con escenas de la Pasión. En ella puede apreciarse un calvario en madera policromada, de factura gótica y el confesonario donde se confesaba santa Teresa de Jesus.
En la primera capilla del lado izquierdo hay una bellísima escultura, del s. XVII, de san Juan Bautista. Es muy interesante la Anunciación, situada hacia la mitad de la nave, de columna a columna, obra de Fray Martín de Santiago.
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El retablo de la capilla del Rosario es obra de José de Churriguera. La imagen de la Virgen del Rosario fue regalada por el papa Pío V. El gran fresco que esta sobre el arco triunfal que cobija esta capilla, representa el misterio de la Coronación de la Virgen y es obra de Antonio de Villamor.
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Estos retablos, también de estilo barroco, se deben a los discípulos inmediatos de José de Churriguera. En el retablo de la izquierda, dedicado a santo Domingo de Guzmán, hay una magnifica escultura del Santo, obra de Salvador Carmona. El cuadro superior, que representa a santo Domingo y san Francisco en oración, se atribuye a Manuel Petit (o Piti), pintor salmantino de finales del s. XVII y principios del XVIII. Enfrente de este retablo hay un gran cuadro de la escuela de Rubens que representa a Jesús camino del calvario.
El retablo de la derecha está dedicado a santo Tomás de Aquino; la escultura del santo es de José Larra Domínguez y los cuadros de Antonio Palomino. Enfrente de este altar hay un cuadro anónimo del s. XVII que representa la oración de Jesus en el huerto de Getsemaní.
Al lado de la bella portada renacentista que da acceso al claustro de procesiones, dedicada a san José, hay otro gran cuadro, de estilo italiano, que representa el coloquio de Jesus con la Samaritana.
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Curiosamente, José Churriguera (1665-1725) se aprovechó de simbología de la vid para esculpir el gran retablo barroco de la iglesia. Éste fue hecho en los años 1691-1693 bajo la influencia teológica del Concilio de Trento (1545-1563), al que asistieron varios teólogos del convento. Como en este Concilio se subrayó mucho la presencia real de Cristo en el sacramento de la Eucaristía –frente a los protestantes, que lo niegan–, los frailes decidieron dedicar el gran retablo central de su iglesia a la Eucaristía. Churriguera situó en medio del retablo un gran expositorio del Santísimo Sacramento y en torno a él colocó seis grandes columnas salomónicas por las que trepan parras con grandes hojas y hermosos racimos. He ahí la vid como imagen de la Sangre de Cristo.
Entre las columnas salomónicas hay dos estatuas: una de santo Domingo de Guzmán y la otra de san Francisco de Asís, ambas atribuidas al autor del retablo.
Como coronación de todo el conjunto podemos apreciar el cuadro de Claudio Coello que representa el martirio de san Esteban.
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Es un conjunto renacentista de inspiración toscana al estilo de las logias italianas de la época. Es obra de Juan de Ribero Rada. Los medallones de las enjutas se deben al escultor Martin Rodríguez. La fecha de realización se sitúa entre 1590 y 1592. Contrasta por su sencillez y sobriedad con la rica decoración de la portada renacentista con la que forma ángulo..
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En la parte baja tiene 20 grandes arcos renacentistas, pero tratados al estilo gótico tardío. Cada ventanal está dividido por tres maineles con capiteles angulares tallados con grutescos, monstruos, putti, etc. La bóveda de crucería, de estilo gótico tardío, está construida a base de nervios sencillos que arrancan de ménsulas decoradas hasta llegar a entrelazarse.
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Los pilares del Calustro están decorados con medallones de profetas del Antiguo Testamento, en su mayor parte mutilados. En cada ángulo hay una hornacina con representaciones de la infancia de Cristo.
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La obra se inició hacia 1528 y se concluyó en 1544. Su autor fue Fray Martin de Santiago, religioso de este convento.
Este claustro consta de dos pisos. El inferior está diseñado para celebrar en él procesiones. Por eso es amplio y está bellamente decorado.
El piso superior tiene un fin más funcional, pues sirve para comunicar diferentes partes del convento. Aunque en él los frailes también pueden pasear, conversar y orar. Podríamos decir que si el piso inferior está pensado para la oración comunitaria: las procesiones, el superior es un lugar de encuentro personal con Dios y con los hermanos.
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El Capítulo o sala capitular es un lugar muy importante para los frailes dominicos pues en él se gobiernan democráticamente. Las decisiones más importantes las toma la comunidad reunida en Capítulo, no el prior, de tal forma que el prior ha de hacer cumplir lo decidido comunitariamente en el Capítulo.
La democracia es un sistema de gobierno que, en la vida religiosa, resulta lento y poco eficaz, pero ayuda a los dominicos a permanecer fraternalmente unidos y a sentirse corresponsables de su gobierno.
Lo que se conserva de la antigua sala capitular es obra del siglo XIV con arreglos del XV y XVI. En ella los frailes de San Esteban decidieron democráticamente enviar misioneros a América, los cuales llegaron en 1511 a La Española.
Tenía dos partes separadas por una reja a distinto nivel: la más elevada era capilla, donde se enterraban los frailes más preclaros del convento. Ahí descansan los restos de los teólogos dominicos más ilustres de la Universidad de Salamanca: Francisco de Vitoria, Domingo de Soto, Pedro de Sotomayor, Mancio de Corpus Christi, Bartolome de Medina y otros. La otra era la que ocupaban los frailes en sus reuniones y donde se enterraban los demás religiosos. La techumbre, del s. XV, es un artesonado de madera muy sencillo.
En 1634 este capítulo dejó de utilizarse para ser reemplazado por el Capítulo nuevo.
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Se entra en esta sala por una puerta de estilo barroco, enmarcada por pilastras estriadas, arquitrabe, friso y cornisa, y rematada por un ático que contiene una hornacina con la escultura exenta de san Esteban (de Antonio de Paz).
El interior es de traza similar a la Sacristía y se debe a los mismos arquitectos: Juan Moreno y Alonso Sardina. La obra comenzó en 1627 y concluyó en 1634. Su mecenas fue Fray Iñigo de Brizuela, obispo de Segovia. En su estado actual resulta incompleta, pues falta la decoración proyectada.
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Se llama así por haber sido costeada por Fray Domingo de Soto, gran teólogo y confesor de Carlos V. La obra se inició en 1553 y concluyó en 1556. El arquitecto fue Rodrigo Gil de Hontañón.
A la belleza y grandiosidad de esta obra se une una técnica atrevida y revolucionaria: la novedad consiste en que el tramo inferior soporta a todos los demás, que no descargan su fuerza sobre los muros, sino que estos contrarrestan su empuje. Es tal vez la primera que se construyó siguiendo esta técnica.
Los tres tramos visibles están decorados a base de casetones floreados.
En el último tramo, hacia el interior, puede apreciarse un relieve en piedra policromada que representa a Santa Maria Magdalena, recostada, meditando sobre un libro y una calavera.
La bóveda es de crucería, bastante plana, y arranca de ménsulas colocadas en las esquinas.
Cada muro está decorado con medallones.
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La sacristía es muy amplia debido a que tiene que ser capaz de albergar a muchos frailes que han de prepararse para concelebrar en la misma Misa.
Su mecenas fue Fray Pedro de Herrera, catedrático de la Universidad de Salamanca, prior del convento, obispo de Canarias, Tuy y Tarazona.
En la parte izquierda se encuentra su estatua orante y enfrente su sepulcro. La obra se inició en 1627.
En sus muros podemos apreciar los arcos embebidos, las pilastras estriadas con sus capiteles corintios, los frontones partidos, con frisos decorados con motivos vegetales, los pináculos rematados por bolas y los escudos del mecenas.
El friso superior está formado por triglifos y metopas con alternancia de tarjetas y esculturas de alto relieve.
Sobre una enorme y airosa cornisa descansa la bóveda de medio punto, con lunetos y profusamente decorada.
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Zonas:
Iglesia Capillas laterales Capilla del Rosario
Retablos laterales del crucero Retablo del altar mayor
Pórtico del Convento Capítulo antiguo Capítulo nuevo
Escalera de Soto Sacristía Capilla Sotomayor
Claustro de Procesiones o de los Reyes
Jardín Arcos y Bóveda de crucería
Planta alta
Te presentamos esta visita virtual para que descubras las estancias de la planta alta del Convento de San Esteban, así como los principales elementos artísticos y estructurales. Sólo tienes que hacer click en las zonas que aparecen resaltadas en el plano o pinchar en los botones inferiores para ver una descripción de la zona elegida y varias imágenes ampliadas.
El piso superior está cerrado con madera sencilla. Sus 40 arcos de medio punto descansan sobre pilastras de sección cuadrada. Los capiteles se decoran con esculturas de inspiración clásica y religiosa. El exterior está decorado con medallones en los que están representados guerreros, monjes y alguna mujer.
Las pilastras se rematan con putti, Hércules y Venus de cuerpo entero que portan florones y otros objetos.
La decoración del ala este es mucho más sencilla debido a que se derrumbó en 1591 y fue reparada entre 1594 y 1595.
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En la Orden de Predicadores la oración comunitaria es muy importante. Siguiendo la Liturgia de las Horas, los frailes se reúnen dos veces al día en el coro, por la mañana y por la tarde, para unir sus corazones a Dios. Es fundamentalmente un momento de amor: de amor fraterno y sobre todo de amor hacia Dios. En la oración comunitaria alaban y dan gracias a su Creador y Salvador por todo lo que Él nos da los seres humanos, y le piden por el bien de la humanidad.
Actualmente los frailes de San Esteban oran comunitariamente en la capilla de Sotomayor. Pero antiguamente, cuando formaban una comunidad muy numerosa, lo hacían en el coro de la iglesia.
Este coro se halla asentado sobre un arco escarzano atrevidísimo, rematado por una pesada balaustrada de piedra. La sillería, obra de Alonso de Balbás (concluida en 1655), es de estilo clasicista. En la crestería y en las misericordias, que son las partes más decoradas, trabajo el tallista Juan de Mondravilla. A él se debe también el enorme facistol o atril que hay en medio del coro, pieza fantástica, no solo por sus dimensiones, sino también por la ejecución de la talla.
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Lo más interesante del coro es el gran fresco de Antonio Palomino que representa a la Iglesia Militante y Triunfante (1705).
La parte inferior está dedicada a la Iglesia Militante, representada por una mujer vestida de pontifical que va montada en una carroza. A su lado esta santo Tomas de Aquino; avanzando un poco más en la carroza están representadas simbólicamente las cuatro virtudes cardinales: la prudencia, la fortaleza, la templanza y la justicia; después vienen las tres virtudes teologales: la fe, la esperanza y el amor a Dios y a los hombres. Pisoteados por los caballos blancos y negros hay tres personajes que representan a la ignorancia, el error y la herejía. Bajo las ruedas de la carroza están representados por animales los siete pecados capitales: el oso (la ira), el avestruz (la gula), el pavo (la soberbia), el lobo (la avaricia), la cabra (la lujuria), el perro (la envidia) y la tortuga (la pereza).
En la parte superior está representada la Iglesia Triunfante, presidida por la Trinidad; entre los numerosos santos destacan principalmente las figuras de la Virgen Maria, de santo Domingo de Guzman, de san Esteban, de san Juan Bautista y de san Antonino de Florencia.
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A la salida del coro, en el claustro alto, se encuentra el Museo San Esteban. Está situado donde previamente se encontraba la Biblioteca . Ocupa todo el espacio alto de la portería y se levantó sobre ella entre 1683 y 1704. La obra fue sufragada por fr. Pedro de Godoy , obispo de Sigüenza y fr. Clemente Álvarez , obispo de Guadix y Baza. La antigua biblioteca, que tenía unos 6000 volúmenes, fue trasladada a la Universidad en 1836 con la desamortización. Ahora lo ocupa el Museo que contiene valiosas piezas de marfil, esculturas, ropa litúrgica, orfebrería, cantorales y lienzos.
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